Aproximación a la Raicilla
Artículo elaborado a partir del escrito de José M. Murià
La raicilla, esa bebida ancestral que ha sido por mucho tiempo eclipsada por sus famosos primos tequila y mezcal, comienza a reclamar su lugar en la escena. En un artículo lleno de anécdotas personales, el autor José M. Murià nos sumerge en el fascinante mundo de la raicilla, compartiendo sus experiencias y reflexiones sobre este aguardiente poco conocido pero prometedor.
Murià inicia su relato aceptando su posición de “hablador”, pero respaldado por la amistad con el ingeniero Jorge Dueñas Peña y su amor por Puerto Vallarta y su región. Enfatiza la importancia creciente de la raicilla como una fuente potencial de riqueza para las comunidades locales que han quedado al margen del desarrollo turístico. A través de sus palabras, busca no solo elogiar la bebida, sino también contribuir al impulso de su desarrollo.
La conexión personal de Murià con la raicilla se remonta a una experiencia memorable hace casi medio siglo en El Tuito, donde la bebida dejó una impresión duradera. Describe la sensación de probarla por primera vez como una explosión en el estómago, una experiencia más intensa que el tequila. A medida que perfeccionó su técnica de degustación, llevó su amor por la raicilla a las alturas, donde siente que la bebida es más aromática.
El autor destaca las diferencias de sabor según la región de origen, mencionando las variadas notas de cítricos, madera, tierra mojada y hierbas. Confiesa que su paladar no alcanza la sofisticación de los expertos, pero disfruta del viaje sensorial que ofrece la raicilla.
La raicilla, esa misteriosa y ancestral bebida que se gesta en las tierras jaliscienses, ha comenzado a ganar renombre y reconocimiento en los últimos años. Sin embargo, su historia, envuelta en la neblina del tiempo y las tradiciones locales, merece ser desentrañada para aquellos jóvenes curiosos que desean sumergirse en las raíces de esta fascinante elixir.
Los Primeros Sorbos de Historia
Para comprender la raicilla, es necesario remontarnos a épocas en las que los caminos eran penosos y la comunicación limitada en las montañas de la Sierra de Jalisco. En el siglo XVII, se reportaba la existencia de minas y actividades argentíferas en la Alcaldía Mayor de las Minas de Oxtotipac, hoy conocida como San Sebastián del Oeste. Sin embargo, la bebida de la región, la raicilla, permanecía en las sombras debido a las prohibiciones impuestas por las autoridades españolas.
El aguardiente nativo, destilado clandestinamente en lugares apartados, desafiaba las restricciones, y su producción, aunque oculta, se perpetuaba. A pesar de la marginación y falta de reconocimiento, la raicilla encontró su lugar en las entrañas de la tierra, arraigándose en la cultura y las costumbres locales.
Los Primeros Atisbos de Luz en el Siglo XIX
En el siglo XIX, la sombra de la raicilla se desvanece en los documentos históricos. Aunque las estadísticas de la época no mencionan directamente esta bebida, las referencias al “vino mezcal” en Tomatlán sugieren la existencia de la raicilla en las tierras altas de Jalisco. La bebida, aún sin un nombre fijo, seguía siendo de consumo local y escapaba a la atención de las autoridades.
Renaciendo en el Siglo XX: la Contribución de Jorge Dueñas
El despertar moderno de la raicilla se gesta a principios del siglo XXI con la visión del ingeniero Jorge Dueñas Peña , un Dejando atrás sus andanzas por el mundo, regresa a su tierra natal con el sueño de elevar la raicilla a una categoría de renombre internacional. La creación del Consejo Mexicano Promotor de la Raicilla en 2000 de la mano del Ingeniero Dueñas, El Dr. Alfredo Cachua, el Ing, Adrián Ramírez y un enólogo, marca un hito crucial en la historia reciente de esta bebida tradicional.
De Gustos y Sabores: La Magia de la Raicilla
La raicilla, destilada a partir de la lechuguilla, agave que crece de manera natural en las alturas, revela sus matices sensoriales. Expertos afirman que las variedades de agaves inaequidens, valenciana y maximiliana de las alturas, y los angustifolia y rhodacantha de las tierras bajas, aportan distintos perfiles de sabor. Desde lo cítrico en la sierra hasta pimienta, minerales y frutas tropicales en la costa, cada sorbo es una travesía sensorial única.